Seguidores

sábado, 3 de marzo de 2012

Síntesis

"Se que no lo prometiste, pero te aseguro que en tu fuero interno, DCAC, te hiciste la promesa de escribir más a menudo, de luchar por lo que realmente te importa, por este mundo que adoras y que te ha dado tanto. Así que te lo ordeno: hazlo. Y, para ello, haz lo que sea necesario. Enciérrate en tu habitación, prende una maldita barra de incienso u ofrece una vela para Dios y dos para el Diablo (y otras nueve para Las Nueve). Pero hazlo".
No sé si esto cuenta como escribir, pero después de la dura charla que el "ello" me ha estado dedicando esta semana tenía que escribir para que se quedase tranquilo algunos días, aunque no sabemos cuan impredecible es. ¿Te vale con esto? ¿Ves? Estoy escribiendo, tal y como tu querías, así que deja ya de molestarme. Por favor. Te lo imploro.
No se si lo que temo es enfrentarme a una verdad incómoda: que me negué a mi mismo la posibilidad a mi mismo de ser feliz cuando escogí algo que me gustaba pero no me apasionaba, y ahora me el Destino me ha cerrado la única vía de escape. Pero el echo de que me esté costando escribir desde hace ya más de un año me hace pensar que tal vez no sea así. Creo que los verdaderos artistas la llaman la "Maldición del papel en blanco". Puede que este pequeño borrón negro sobre blanco rompa el miedo, aunque más que una posibilidad parece una súplica enviada al vacío cabalgando a lomos de un avión de papel. Jajaja, dios, tengo en el alma un exceso de teatralidad.
Tal vez sea por eso y no por la falta de valor. O mejor dicho, tal vez sea por la falta de valor en la raíz, en el inicio, en la personalidad. Tal vez eso de ocultarme a mi mismo lo que verdaderamente siento, eso de esconder debajo de la modestia el orgullo, debajo del mártir al egoísta... A veces tengo la sensación de que hace tiempo que existe una desafección entre su super-yo y mi ello, y que va a terminar saltando por algún lado, porque mi ego se ha escondido debajo de alguna parte e incluso su ubicación está vedada para mí. Y como he aprendido en mi breve estancia en esta carrera, si no se satisfacen las demandas, todo va a explotar por algún lado. Y tal vez eso es lo que me hace falta.
Tal vez por eso cuando me leo no me reconozco, tal vez por eso cuando puse a leerme mis entradas antiguas este verano me planteé cerrar el blog, y tal vez por eso cuando empecé a escribir las entradas en más de un día y tenía que mirar atrás para retomarlas empecé poco a poco a dejar de escribir. No lo sé. Como siempre vivo en el mundo de la indeterminación.
Sólo se que... que... joder, no quiero usar el tópico, pero sólo sé que no se nada, nada de mí. Vivo flotando en un mar de indeterminación, y lo triste es que lo único que me puede dar cierta estabilidad es mi trabajo, y no me siento del todo motivado para hacerlo. Como siempre, y como diría Mago de Oz, "me refugio en mí mismo". El problema: tengo goteras.
¿Y esto todo a que viene? Pues, como siempre, a nada. O mejor dicho, como viene pasando desde hace ya casi un año, que no encuentro las antiguas propiedades terapéuticas que tenía para mí esto de escribir. Así que me siento como siempre, como una mierda, apático y con eco dentro de mi. Pero bueno, como siempre voy tirando. Sólo espero que vosotros estéis bien. Un abrazo enorme y gracias por leerme:
ECO (DCAC)

sábado, 25 de febrero de 2012

Palabras

Hola a todos, los que estáis y los que no. Sí, lo sé, lo tenia merecido. Sólo se me ocurre a mi hacer planes y hacer promesas. Si es que se nota que estoy estudiando ciencias políticas: prometer y fingir que lo has olvidado. Aunque voy progresando. Por lo menos esta vez no he prometido volver a escribir cada dos días, como hice al principio de mi primer blog, al que, por cierto, he vuelto a renombrar. Iba a seguir escribiendo, iba a derribar el edificio y levantar uno nuevo sobre sus cimientos, pero ni puedes negar quien eres ni puedes maquillarlo. Tienes que respetar quien has sido, sobre todo cuando te ha ayudado tantísimo en tantísimos momentos de tu vida. Así que he vuelto a cambiarle el nombre. Si, de nuevo digo que lo sé, siempre le doy demasiada importancia a las nimiedades antes de ponerme a hacer lo importante: escribir una nueva entrada en este blog.
Y, ¿sobre qué voy a escribir? Pues, sinceramente, a mí también me gustaría saberlo. Simplemente anoche, como una de tantas, estaba en la habitación de mi residencia, hablando con mi compañero y viendo fotos de casa, de mi tierra, cuando apareció el tema de la "piccola Roma", Mérida, cuando empecé a leer antiguas entradas de la antigua casa que tenía mi nombre y a ver vídeos del que para mí es es actor español más grande que tenemos sobre los escenarios teatrales: Rafael Álvarez, el Brujo. Entonces tuve un dejà-vu sobre el yo que fui tiempo atrás. Y nada más, aquí estoy.
No sé que contaros. No se si deciros como lo he estado pasando estos meses en la residencia, o contaros lo difícil que me ha sido adaptarme. O tal vez haceros una entrada sobre teatro o cine. O alguna filosofada de esas que son capaces de freír cualquier seso que se me ponga por delante. Pero, por una vez, voy a haceros un regalo que me parece bastante mejor, y voy a dejar hablar a otro. Si os gusta el teatro, mirad que vídeo me encontré ayer, una conferencia de el Brujo sobre el uso del lenguaje oral. Espero que os guste.
Y, sin otro particular y deseando volver pronto, os dejo con un abrazo superenorme. Os quiere:
ECO  (DCAC)