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sábado, 29 de octubre de 2011

Home (Hogar)

"El hogar... dicen que el hogar está donde tienes el corazón". Siempre escucho el eco de esta frase de La liga de los hombres extraordinarios en la cabeza, y más aún estos días. Después de dos meses he vuelto a casa, a mi hogar.
Volviendo a la frase del principio, he descubierto cuan real. Siempre pensamos en el hogar como un lugar físico, el lugar en que habitamos y en el que aparecemos censados. Cuatro paredes encaladas de blanco, con gotelé, de piedra o de ladrillo, y normalmente, los que somos de una zona más rural y podemos consentirnos ese pequeño privilegio, el cálido fuego de una chimenea. Al menos para mí ese es el significado connotativo. Pero siempre olvidamos algo en ese conjunto de matices: las personas. Cuando te pasas dos meses lejos de lo que has conocido, lejos de todo aquello que te era corriente. Y eso duele. Sobre todo las primeras tres semanas, los primeros 20 días, como me han dicho. Es verdad que amplía tus horizontes, es verdad que me ha regalado experiencias, amistades e ideas (el arma y el tesoro más poderoso) que nunca hubiese tenido, pero como Odín en el pozo de Mimir, el precio es alto. Muy alto. Aunque tal vez soy un poco exagerado, teatral, histriónico. Adoro haber aprendido esa palabra, así me es más fácil definir quien soy.
Pero también te cambia tus estructuras mentales, tus modos de pensar. Quiero creer que me ha enseñado lo que es madurar. Madurar no significa ser una persona seria, una persona inteligente y que hace lo que debe. Eso es seriedad, inteligencia e integridad, no madurez. Creo ahora, desde mi infancia tardía, desde mi corta vida, que la madurez consiste en comprender que es verdaderamente importante, que es lo que hay que estimar. Saber que, en un mundo de grandes hechos, en un mundo en que las circunstancias son como enormes masas de agua que arrastran a las personas hasta hacerlas perder las perspectivas, sus pensamientos y hasta el control de sus propias vidas, lo importante son aquellas pequeñas cosas que te hacen sentir bien, las cosas que te hacen sentir importante: darle un beso a tu madre en la mejilla, abrazar a un amigo, dormir entre las sábanas de tu cama, publicar un comentario en un blog o caminar bajo las estrellas cuando el cielo parece una alta cúpula de cristal que sostiene el firmamento. Te das cuenta de que todos los caprichos, todos los deseos estúpidos, materialistas y superfluos no son más que los comportamientos de un niño que tacha todas las casillas de "me lo pido" en el catálogo de navidad del corte inglés.
Aunque tal vez sean las ideas sin sentido de un ego inflado, ahora que he conseguido vislumbrar que es lo verdaderamente importante (la familia, los amigos [categoría en la que os incluyo], la propia tierra, los estudios, la belleza, el amor [aunque aún no lo tenga]...), creo que, una vez comprendido el concepto, puedo empezar a madurar. Y madurar es crecer. Creo haber comprendido que el valorar las pequeñas cosas te permite ser adulto, porque cuando preocupaciones y los problemas del mundo real son más grandes que tú, son esas pequeñas cosas el cabo al que puedes agarrarte para que no te arrastre la corriente.
Para terminar, simplemente dejaros con un vídeo de la que se ha convertido en una de mis series favoritas, por no decir la que más: Glee. Ya os hablaré de ella en una entrada completa, porque se la merece. Esta canción se llama Home (hogar). Disfrutadla:

Y para los que el inglés no sea lo vuestro:
http://www.videoyletra-lyrics.com/2010/04/home-glee-en-espanol.html
La traducción no es del todo buena, pero es lo mejor que he podido encontrar.
Un abrazo enorme para todos vosotros, y os deseo que disfrutéis del hogar:
ECO (DCAC)

Postdata: muchas gracias, papá y mamá, Agustín y Elena, por darme la bienvenida a mi nuevo hogar. Por supuesto, vosotros sois dos de las caras fundamentales alrededor del fuego. Un abrazo

miércoles, 26 de octubre de 2011

Mudado

Por fin. Tras mucho tiempo vuelvo a estar aquí. Ya me despediré debidamente, mejor dicho, cerraré una etapa de mi vida, en el otro blog. Me planteé borrarlo y empezar de cero, diciendoos a vosotros donde estaba y finalmente acabar con todo. No reconocía ya a la personas que había escrito aquellas cosas. No sé, no me hagáis  caso, como siempre ni yo mismo me entiendo.
El caso es que comprendí que no podía borrar de un plumazo un año y medio de pequeño momentos que compartí con vosotros y que vosotros me regalasteis al compartirlos conmigo. No sabéis lo importante que habéis sido durante mucho tiempo, en especial en esos momentos de mi vida en que no estaba del todo bien. De nuevo y como siempre, hasta el infinito, hasta que no haya tiempo, gracias.
Así que aquí estoy. Hace un par de días de nuevo la depresión me devolvió las ganas (necesidad) de escribir, y de nuevo, al sentirme mejor más tarde, gracias a la lluvia, lo dejé atrás. Pero me niego. Me niego a dejar de hacer algo que me hace sentir bien y que me hizo sentir bien durante mucho tiempo. Ni siquiera sé por qué lo dejé. De un día para otro no podía escribir. creo que necesitaba madurar. Entré en una situación de conflicto, no sabía ni quien demonios era. He pasado un año un poco extraño, sintiéndome perdido en un mal de dudas, sintiendo que cada día era un océano que atravesar. No podía discernir lo que quería, lo que sentí ni lo que pretendía decir. He dejado hasta de escribir. Pero nunca más.
Por lo tanto aquí estoy. De nuevo. Tan incomprensible como si no me hubiera ido nunca, y tan niño como al principio, sin tener verdaderamente claro quien soy ni lo que quiero. Sintiendo aún miedo del mundo. Pero, como he dicho en mi descripción personal, necesito mirarme en mi propio espejo. Este verano he vuelto a leer mis palabras, y quizás haya aprendido más de mi de lo que pude haber aprendido en todas esas noches de autocompadecimiento sobre la cama. Y, a pesar de todo y repitiéndome (para que no se os haga raro el volver a leerme) no me identificaba con esa persona. He cambiado. No tanto como querría pero he cambiado, aunque el fondo sea el mismo. Tal vez sea mi manera de escribir, o estas ganas que tengo de coger al toro por los cuernos y, haciendo caso a mi cybermami y a mi cyberpapi, mandar al mundo a la mierda. Si no os gusta como soy lo siento, pero adiós. Encantado de haber coincidido en esta vida. Este es el único lugar en el que puedo ser verdaderamente yo sin ser a la vez políticamente correcto, así que no pienso manchar mi santuario con mi propia sangre de mártir.
En cuanto al nuevo blog, nada nuevo. Paso de hacer declaraciones de objetivos como la que pretendí al crear "Yo, me, mi, conmigo" sobre los cimientos de "De Cotilla a Confidente". Simplemente escribiré cuando me apetezca, cuando lo necesite, e intentaré seguir en lo posible todos vuestros blogs (disculpadme si tardo mucho en contestaros, pero estoy superagobiado en la carrera).
Así que nada más. Desde Getafe, Madrid, ECO, antes DCAC, manda su primera entrada desde este nuevo blog. Llamadme como querais: ECO, DCAC, Alberto... Sólo quiero escuchar vuestras voces de abecedario.
Hasta la próxima entrada. Os manda un besazo inmenso:
ECO, DCAC